miércoles, 31 de diciembre de 2014

GRACIAS, TAMBIÈN, A TUS PADRES.




GRACIAS, TAMBIÉN, A TUS PADRES

Cuando te hallé a la puerta de la casa de tus padres te saludé lleno de alegría y pedí conocerlos,  y gustosa, mas con el silencio de tu modestia natural, me abriste la puerta. Y fui recibido como se recibe a los viejos amigos.
Les pedí tu mano  y se cubrieron de tristeza porque te marcharías conmigo a tierras extrañas.
Quisieron saber qué sería de tí. Yo les prometí que te consagraría mi vida  y te haría livianas las horas y los días. Que, tomados de la mano, inseparables, emprenderíamos el camino. Que sentaríamos nuestro hogar en un lugar apacible donde abundaran los colores y las flores y las aves y las fuentes, y seriamos felices. Que conocerían a nuestros hijos y los alzarían en los brazos y se verían reflejados en sus ojos como se reflejan las generaciones de los hombres, y se llenarían de alegría.

Ellos confiaron en mí y en mis palabras. Pero, antes de que los sueños fueran realidad, cuánto tuvimos que luchar, venciendo tantos obstáculos que me ayudaste a superar con tu amor, tu bondad y tu paciencia. Jamás escuché una palabra de protesta ni de reproche. Por lo contrario, te sumaste aun más y sumaste tu voluntad y tus esfuerzos, y vimos cómo el hogar se iba configurando, tomando cuerpo y llenándose de luz, hasta quedar firme y pleno. Luego fueron acudiendo a nuestro llamado los hijos, que inundaron de alegría nuestros corazones. Y todo esto, gracias a ti, con tu amor y tu nobleza. Y gracias a la memoria de tus padres, que también llegaron a ser míos, por su comprensión y su bondad.
(De Brindis de Luz por la Mujer Amada)

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