AÑO 2012
2012: NI DIOS PODRÍA SALVAR AL MUNDO
Juan José Bocaranda E
Gravísimas amenazas –según se dice- penden sobre la existencia de la humanidad: el calentamiento global; un virus biológico incontrolable; un desastre nuclear; el impacto de un meteorito; una gran ráfaga solar; una explosión de rayos gamma; los super-volcanes; etc.etc.
Obviamente, ningún ser humano está en condiciones de afirmar con seguridad absoluta, si el año 2012 marcará o no el final de la Tierra. Sin embargo, existe una realidad que nadie puede negar, y es el hecho de que jamás había cruzado la humanidad por una crisis múltiple y grave, extensa e intensa, horizontal y vertical, como la que está padeciendo en todos los niveles y sectores. No es necesario ser filósofo, ni teólogo, ni científico, para darse cuenta de cómo crecen cada día más la superficialidad, el egoísmo, la soberbia, la usura, los odios, la hipocresía, la codicia, y el ansia de vivir a expensa de los demás, en las esferas nacional e internacional. Jamás la familia y las relaciones de pareja habían estado tan descompuestas. Jamás habían reinado tantas contradicciones en las relaciones de los Estados. La crueldad, así como la división, la discriminación y el irrespeto por la vida, se acentúan cada vez más.
Por otra parte, no es necesario pertenecer a una u otra secta metafísica, para admitir que ese cúmulo negativo, obscurece y entorpece el ambiente de lo humano, impidiendo el entendimiento y cerrando paso a la buena voluntad. Y todo esto sin mencionar la opinión de los metafísicos cuando afirman que los malos pensamientos y los malos deseos que zigzaguean por todas partes, generan una alta carga de vibraciones crecientemente negativas que impiden el ascenso espiritual de la Tierra y atraen y fomentan las causas de su destrucción.
Característica fundamental de esta gravísima crisis es constituida por el círculo vicioso que sufre la humanidad: aquel ambiente obscuro, de perversa separatividad, impide que los humanos lleguen a un acuerdo que contribuya a su salvación; y la salvación parece imposible porque los seres humanos, con su inferencia o su obcecación, cierran puertas a todo entendimiento básico.
Siendo todo ello así, no parece imposible que la existencia misma de la humanidad se encuentre al borde del precipicio, y en forma irremediable.
La gran mayoría de los seres humanos, mientras permanece dedicada al vicio, o se mantiene sumergida en la indiferencia, confía en que “la infinita misericordia de Dios” impedirá el cataclismo universal.
Pero al parecer no es así: Omraam Aivahov expresa que por cuanto Dios acata la ley del libre albedrío, no puede –aunque quisiera- intervenir para salvar del cataclismo a la humanidad: ésta ha escogido el camino del mal, y debe atenerse a sus consecuencias.
Muchas otras anteriores a la presente humanidad, perecieron: no sería extraño que también ésta llegue a su fin.
“La Inteligencia cósmica, que vive en la eternidad, no se acercará a la humanidad. Ya desaparecieron tantas otras, que si ésta también desaparece por su propia culpa, no se conmoverá demasiado…Si nos empeñamos en hacer todo lo posible para ser destruidos, la Inteligencia cósmica permanecerá imperturbable, no intervendrá, nos deja libres”.