sábado, 21 de febrero de 2015

LOS NIVELES DEL AMOR. Dàmaris de Bocaranda


LOS NIVELES DEL AMOR
Dàmaris de Bocaranda

Por lo general, casi todos los seres humanos nos referimos al concepto de amor màs inmediato y tangible, el amor físico, el de los placeres inferiores.

Muchos no conciben que existan tipos de amor de niveles superiores, como en el nivel astral, por encima del cual se encuentra el plano mental, donde  el amor  se satisface  a través del arte y de la filosofía.

Pero, aun asì, existe otro nivel del amor, el que opera en el plano etèrico, donde se da la verdadera plenitud del amor.

Todo depende de nuestro grado de consciencia. Debemos esperar que la Humanidad ascienda en este nivel en la búsqueda del amor pleno.


Aivanhov dice que al que vive en el aspecto sutil y etèrico del amor, “lo posee como luz del espíritu, como calor en el corazón, y puede derramar esta luz y este calor sobre todos los seres que lo rodean. El que vive en estea mor saborea la plenitud”.

jueves, 12 de febrero de 2015

DE DIÓGENES PARA IRIS




MENSAJE PARA IRIS

Desde Atenas. Día  sin fecha. Mes sin esperanza. Año sin signo ni memoria. Milenio con puntos suspensivos…
Queridísima Iris. Amor hecho arco de luces por dioses tan enamorados de tí como yo mismo.
Oso sacarte de tu sueño de sol en tamices de lluvia y tarde, para hacerme sentir en tí desde la desolación en que yazgo por mandato de Zeus.
¡Cuánto quisiera tenerte a mi lado en esta hora de definiciones y riesgos, que debo enfrentar por adhesión a la verdad. Cuánto daría por gozar de tu gema sutil en tornasol, de tu harina de luz, de tu presencia de sol centuplicada¡.
Tuve que partir de improviso, sin despedirme siquiera de ti ni de nuestros hijos,  a los que amo tanto como a ti misma. Diles que algún día regresaré al hogar, a ese hogar lleno de calidez humana, donde hemos sido felices, conformándonos con lo indispensable y dejando cabida a los bienes del espíritu. Diles que lo más importante del ser humano es el carácter fundado en la razón. Saber adónde vamos y por qué y marchar decididos a la luz de esa estrella. Adherirse a la verdad. Valorar la dignidad del hombre, elevado sobre el nivel de los seres restantes por obra de su propio ser.
A los varones, aconséjales el respeto hacia la mujer, a la cual debe valorar como digna compañera del camino, pues también nosotros somos sus compañeros. Pero igualmente diles que no se dejen sojuzgar por el llamado feminismo, que es el exceso y la revancha. Diles que es mi deseo –nuestro deseo- encuentren excelentes esposas, como tú lo has sido para mí (pues la moral me impone erigirte en ejemplo). Diles que, una vez unidos, aprendan a conservar el equilibrio de los derechos  en el hogar, partiendo  del respeto mutuo, para que la balanza no se incline desventajosa para el uno  o para el otro. Que amen mucho a sus mujeres, pero que no sean a “comprensivos”, que caigan en absurda tolerancia.
A nuestras hijas diles que deseo busquen siempre la superación, pues lo merecen tanto como sus hermanos. Pero que no incurran en actitudes o poses varoniles, que les menoscaben el nivel conquistado, por causa del declive de la naturaleza de las cosas. Que jamás pierdan la feminidad, ese algo que nos atrae, nos enternece y nos ata, trayendo un poco de suavidad a nuestras bruscas costumbres.
En cuanto a ti, Iris inefable, debo darte las gracias por acompañarme durante milenios, soportando a mi lado, firme y sensible a la vez, el aguacero de las circunstancias negativas o gozando del tibio sol de la felicidad, sin desmedro de nuestra conciencia ni de nuestros valores.
Después de darte las gracias, debo manifestarte que, de tener que recomenzar un nuevo ciclo vital como el milenario que hemos convivido, volvería a unirme contigo, como elección por lo óptimo, que he sabido valorar en el acrisolamiento de tus virtudes, en ésa tu apacible ducción del hogar; en ese tu tacto inteligente; en ésa tu comprensión de mi ser, que has sabido bañar con tu luz de alegría nunca marchita; con ésa tu bondad clara, profunda y ancha a la vez.
¡Iris, Iris¡ ¡Cuánto me agrada saborear tu nombre! Porque saboreo tu recuerdo y tu misma presencia, a pesar del tiempo y la distancia.
Cuánto lamento no te haya correspondido venir conmigo en esta peregrinación tan sorpresiva, si bien creo ha sido un acierto de Zeus no haberte incluido en sus planes para los fines de esta gran marcha. Por otra parte, el solo hecho de seguir al frente del hogar me tranquiliza, porque lo sabrás conducir, como siempre, con claridad, eficiencia, bondad y carácter.
Iris: he abandonado la tranquilidad de nuestro hogar, para resucitar en una ciudad que encuentro absolutamente diferente a la que solía presenciar nuestro deambular apacible a lo largo del bucólico Guairontas. Ahora encuentro una ciudad agitada, llena de humos, de pestilencia, que hemos de ingerir porque así lo quieren  el rey y los dueños de fábricas y carromatos. Una ciudad de islas humanas, que se atropellan unas a otras. Una ciudad de donde han huido el amor y el sentido humano de las cosas, lo cual era para nosotros, en aquellos lejanos tiempos, el motivo primordial que nos tornaba sus más asiduos invitados. Pero, todo declina, aun el hombre, a pesar de las arandelas, los plásticos y la velocidad. A pesar de los números. O por causa de ellos, pues todo se quiere computarizar, aun las conciencias. ¡Pobre de nuestro amigo Pitágoras! si se le hiciese venir a esta tierra, donde se ha desnaturalizado el espíritu sagrado del número, para arrastrarlo por el nivel de los cálculos más bajos. Yo creo que destrozaría las tablas de multiplicar, y todo querría reducirlo al cero infinito de la nada.
Deseo que tu espíritu se te mantenga firme, marchando por el sendero que los dioses te han trazado desde que, habiendo presentado ante ellos formal renuncia a seguir siendo su mensajera, para ser mi esposa, te premiaron, en honor a tus virtudes, con un claro haz de luz que me alimenta y me ilumina.
Por todo esto, sé que el desconsuelo no podrá dominarte. Eres una mujer firme, sin escándalo ni propaganda, al contrario de quienes intelectualizan el amor y se pavonean entre poses…
Por ser tan transparente, que los dioses te sigan bendiciendo. Sígueme amando, como Helena a París, como Penélope a Ulises..Yo, entre tanto,  me consolaré con el reflejo de tu esencia, mirando tu franja de colores en la cortina de la lluvia, desde la puerta de mi rancho.
Quien añora la linterna de tu luz y deambula con el implume pajarraco del dolor por no tenerte cerca,
Tu- Yo. Tu Diógenes.
Cuánto deseo que esta serie de rememoraciones sugieran a nuestros hijos la forma cómo deben tratarse las parejas. Para que la unión fluya suave, feliz y duradera.
Eres para mí inmenso motivo de gozo al infinito.