domingo, 8 de diciembre de 2013

EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD. Dámaris de Bocaranda




EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD

  Dámaris de Bocaranda



Ya se acerca el 21 de diciembre, día del Espíritu de la Navidad.
No se requiere creer en la existencia de una individualidad, de una entidad, para admitir como algo necesario que estos días correspondientes a la celebración del Nacimiento del Niño Jesús, debemos asumirlos como invalorable oportunidad para la reflexión.

Reflexión para hallar los medios de cohesionar al grupo familiar, tan disgregado debido a causas y circunstancias que no debemos considerar insuperables; para buscar, también, la cohesión de la sociedad, deponiendo las actitudes de odio, de separatividad por motivos políticos, religiosos o de otra naturaleza; para volver sobre nosotros mismos, pensando en nuestro destino final, para lo cual resulta indispensable pensar también el camino que nos conduce hasta él, pues la cuestión de los medios, de los recursos y del quehacer cotidiano, no es ajena a esos fines de trascedencia.


Termino por enviarles este breve mensaje de amor fraterno, deseando para todos ustedes y su familia una Navidad en paz y con mucha salud y el advenimiento, para todos de un año 2014 pleno de satisfacciones.

viernes, 29 de noviembre de 2013

PENSAMIENTOS Y SALUD. Dámaris de Bocaranda



                                                                                                 (Por cortesía del señor Kagaya Yutaka)

PENSAMIENTOS Y SALUD
      Dámaris de Bocaranda

Una de las manifestaciones de la eficacia del pensamiento, es la que se relaciona con nuestra salud.
Por supuesto, debemos tener presente la calidad de nuestros pensamientos. Si nuestros pensamientos son negativos, obviamente los resultados también lo son, y, en este supuesto, nuestra salud desmejorará. Si nuestros pensamientos son positivos, nuestra salud florecerá.
Ahora bien, una de las causas de los pensamientos negativos tiene que ver con nuestra voluntad. Para enrumbar positivamente nuestros pensamientos, debemos abstenernos del odio, del rencor y de los malos deseos contra las demás personas. Se trata de una condición fundamental, que no debemos olvidar. Aquí podríamos invertir el conocido decir de que “sólo puede haber una mente sana si nuestro cuerpo está sano”, afirmando que “sólo puede haber un cuerpo sano si nuestra mente está sana”.
Canalicemos, pues, pensamientos sanos, positivos, para que su energía redunde en la salud de nuestro cuerpo, y para que, en reversa, eleve la salud de nuestro espíritu.
Depongamos los miedos, el rencor, la sed de venganza y saturemos nuestros pensamientos con la fuerza de lo positivo y lo elevado, para que mejoren nuestra salud y la salud de los demás.
Cuando de nuestro espíritu emanan pensamientos puros, se proyectan sobre nuestras células y sobre las células de quienes nos rodean.
Hasta la naturaleza y el medio ambiente se benefician de nuestra energía positiva, de nuestros pensamientos positivos.





miércoles, 20 de noviembre de 2013

EL ARCOIRIS DE DIOS. Dámaris de Bocaranda

EL ARCOIRIS DE DIOS

                Dámaris de Bocaranda





Dicen los sabios que en esta vida los humanos estamos sometidos a las alternancias de las cosas buenas con las cosas malas, y que por cada momento de felicidad nos llegan momentos de desasosiego y de dolor. Yo no estoy segura de que esto sea tan matemáticamente cierto. Lo que sí nos consta a todos es que a veces nos asaltan días tormentosos, momentos difíciles y trances amargos que debemos enfrentar y superar.
Ante esta realidad sírvanos de consuelo el dicho de que Dios nos da por cada tormenta un arcoíris de momentos felices al lado de nuestros seres queridos, de nuestros abuelos, de nuestros padres, de nuestros hijos, de nuestros nietos y de nuestros amigos. Momentos en los que no debemos olvidar a su autor: Dios, que nos los envía justamente para compensar la situaciones difíciles.

Cuando se presenten estos momentos, abramos las ventanas, miremos al cielo y por lo menos nuestra alma podrá ver con los ojos de la esperanza, un arcoíris de paz. 

sábado, 28 de septiembre de 2013

LA SOBERBIA Y LA HUMILDAD. Dámaris de Bocaranda

LA SOBERBIA Y LA HUMILDAD

    Dámaris de Bocaranda




Un breve y sencillo mensaje que deseo compartir con todos ustedes, mis amigos:
Un vicio  que oscurece el alma de la Humanidad, es la soberbia, producto del egoísmo y  generador  de la vanidad, del orgullo, del fanatismo y de la arrogancia.
La persona soberbia se cree superior  y se reputa a sí misma como la más inteligente, sabia y capaz, y en la misma medida en que se enaltece, pretende disminuir al resto de los seres humanos, considerándose, además, infalible en sus opiniones.
Como es de suponer, con estas pretensiones y actitudes, el soberbio va sembrando por el camino de la vida, sumo malestar e incomodidad entre las demás personas, lo que significa, desde un principio, que el primer perjudicado por este vicio es el propio soberbio.
Con razón, el Eclesiastés dice que  la soberbia es el origen de todo pecado; que quien la tiene, rebosa de abominaciones y que la soberbia se encargará de causarle ruinas.
Debemos, pues, estar conscientes de que el verdadero camino de los seres humanos hacia la perfección espiritual, es el camino de la humildad y de la sencillez, siguiendo el ejemplo del ser más grande y en la misma medida, el más humilde de todos, y de lo cual nos dio ejemplo: el Maestro Jesús.
Existe el dicho de que “el soberbio se alaba”. Por lo tanto, el deber ser está en no alabarnos jamás, dejando que tal vez lo hagan otros. Como reza el Eclesiástico: que te alabe otro, no tu boca; que te alabe un extraño, no tus labios.



lunes, 8 de julio de 2013

ANHELOS DEL CORAZÓN. DAMARIS DE BOCARANDA

ANHELOS DEL CORAZÓN

Dámaris de Bocaranda



Cuán conveniente es dejar libre el corazón para que manifieste lo que siente verdadera, profundamente, sin que lo entorpezcan  aquellos pensamientos que muchas veces lo contradicen y lo frustran. Lo contradicen, porque implican deseos, intereses y preocupaciones que pesan, que son un lastre, que aprisionan el sentir y casi lo asfixian, apegándolo a los niveles de lo más bajo e inmediato.
Dejar libre el corazón significa abrir las puertas de nuestro sentir más profundo, despojado de todo interés perturbador, depurado de toda tendencia a lo vano y superficial y a lo secundario.
Y cuando dejamos libre el corazón, nacen de nuestro ser sentimientos de paz, de paz universal, de verdadero entendimiento entre todos los seres humanos, abrazados en un solo e inmenso lazo, que es la fraternidad. Una fraternidad que olvida diferencias de origen, de raza, de religión, de cultura, de latitud, de color, de credos religiosos y políticos. Y cuando nos despojamos de estas vestiduras externas, secundarias, mero ornamento transitorio y fugaz, nos hallamos a nosotros mismos, hallamos nuestro ser verdadero, nuestro ser interior, auténtico, sin poses, sin apariencias y sin engaños.
Cuando pensamos en este sentido universal, en esta proyección hacia el todo, salen sobrando los credos, los partidos políticos, las ansias de dominación, los fines de explotación, y sólo queda, desnuda, el alma del ser humano, que es, en realidad, lo más importante de todo. Porque es la esencia, es lo verdadero, es lo que debe quedar al final, después de tantas luchas, desavenencias y maltratos recíprocos.
Dios quiera que este mensaje sencillo nos sirva para reflexionar activamente, es decir, para realizarlo. Porque si no lo realizamos nos quedaremos en el plano del solo entendimiento, y no se trata de entender, de comprender, sino de lograr concreciones. Concretar la paz, la fraternidad, el amor. Hacerlos realidad, que es lo verdaderamente importante.
Para comenzar, prestemos atención a quienes nos rodean en forma más inmediata. Porque no se trata de conquistar a la Humanidad en grandes gestas, con magníficos hechos de heroísmo,  sino de realizar la esencia de lo humano muy modestamente, es decir, en una parcela, por pequeña que sea. Comencemos, entonces, por saludar y ser ambles con quienes nos encontremos en el camino, en el ascensor, en la escalera, en el supermercado, en la puerta de la escuela, o cuando entremos al autobús, etc.etc.. Ese puede ser el primer paso…Hay que comenzar por lo más pequeño…