domingo, 21 de septiembre de 2014

TÙ ME INSPIRAS.



TÚ ME INSPIRAS
Tú me inspiras.
Desde que entre nosotros
despertó el amor desnudo 
como un niño,
desde que la luz llovió de improviso,
 empapando de luces nuestras vidas,
tù me inspiras.

Eres el sol que me inspira
 con  su canto:
me inspiras que le cante
al amor y a la esperanza,
al dolor, al hambre, a las estrellas,
a los niños, al nieto 
y a los hijos,
a la vida, a la muerte y al combate,
a la fe, al mar y a los vergeles,
a los surcos, a la paz y a los luceros.

No hay tema que no te incite una mirada,
que no toque tus ojos o tu tacto,
que no pulse las cuerdas de tu lira,
que no irrumpa en tu alma inquieta y sensitiva.

Y aquí está este simple receptor,
amanuense dispuesto en la balanza,
escudero decidido a la batalla.

Todo incide sobre tí.
desde la hormiga a las estrellas.
Yo me limito a recibir
la onda raída de tu acento, y trato de cantar.

(De Brindis de Luz por la mujer amada)

martes, 2 de septiembre de 2014

EL TRABAJO EN EL HOGAR COMO ORACIÒN. Dàmaris de Bocaranda




EL TRABAJO EN EL HOGAR COMO ORACIÒN
Dàmaris de Bocaranda

Ruego a mis apreciados amigos me disculpen por la tardanza. Es que las ocupaciones del hogar arrecian y se acentúan de un dìa para otro, de un momento para otro, de tal forma que plenan nuestro tiempo y nos impiden, contra nuestra voluntad, la realización de otras tareas. Por ejemplo, esta modesta y humilde tarea de procurar comunicarme con ustedes a través de estas líneas, con un abrazo de amor, de fraternidad, de solidaridad, aunque sòlo sea para expresar ideas carentes de originalidad y no se trate de “grandes verdades”, si bien  lo que en realidad interesa es la buena voluntad.
Hablando, entonces, del trabajo cotidiano, de la tarea del hogar, vale la pena una breve reflexión al respecto, y es la siguiente:
Se me ocurre que el solo hecho de trabajar, aunque se trate del hogar, hacer el aseo, organizar las cosas, preparar los alimentos, lavar la ropoa, etc.etc., constituye, por sì mismo, una forma de orar. Porque para orar no es indispensable asistir al templo, ni practicar ceremonias, ya que Dios està en todas partes y en todo lugar nos escucha. Por ello, cuando invocamos a Dios, al amanecer, y le decimos que vamos a dedicarle todas las tareas que realicemos a lo largo de las horas, como una especie de oración, estoy plenamente convencida que ello puede valer, según nuestra intención, nuestro grado de consciencia, nuestra intensidad de voluntad, como una oración, màs vàlida, incluso, que las oraciones formales, susceptibles de realizarse en forma maquinal. En otras palabras, lo que interesa a Dios es el amor. Cabe, pues, afirmar: realicemos nuestras tareas diarias con amor, y todo lo demás se nos darà por añadidura: paz en el hogar, eficiencia en los esfuerzos, plenitud en los resultados.
Este es, pues, mi modesta contribución de hoy: hacer del trabajo cotidiano una oración pràctica, realizada, llena del calor del esfuerzo.
Muchas gracias. Hasta luego, amigos.