lunes, 8 de julio de 2013

ANHELOS DEL CORAZÓN. DAMARIS DE BOCARANDA

ANHELOS DEL CORAZÓN

Dámaris de Bocaranda



Cuán conveniente es dejar libre el corazón para que manifieste lo que siente verdadera, profundamente, sin que lo entorpezcan  aquellos pensamientos que muchas veces lo contradicen y lo frustran. Lo contradicen, porque implican deseos, intereses y preocupaciones que pesan, que son un lastre, que aprisionan el sentir y casi lo asfixian, apegándolo a los niveles de lo más bajo e inmediato.
Dejar libre el corazón significa abrir las puertas de nuestro sentir más profundo, despojado de todo interés perturbador, depurado de toda tendencia a lo vano y superficial y a lo secundario.
Y cuando dejamos libre el corazón, nacen de nuestro ser sentimientos de paz, de paz universal, de verdadero entendimiento entre todos los seres humanos, abrazados en un solo e inmenso lazo, que es la fraternidad. Una fraternidad que olvida diferencias de origen, de raza, de religión, de cultura, de latitud, de color, de credos religiosos y políticos. Y cuando nos despojamos de estas vestiduras externas, secundarias, mero ornamento transitorio y fugaz, nos hallamos a nosotros mismos, hallamos nuestro ser verdadero, nuestro ser interior, auténtico, sin poses, sin apariencias y sin engaños.
Cuando pensamos en este sentido universal, en esta proyección hacia el todo, salen sobrando los credos, los partidos políticos, las ansias de dominación, los fines de explotación, y sólo queda, desnuda, el alma del ser humano, que es, en realidad, lo más importante de todo. Porque es la esencia, es lo verdadero, es lo que debe quedar al final, después de tantas luchas, desavenencias y maltratos recíprocos.
Dios quiera que este mensaje sencillo nos sirva para reflexionar activamente, es decir, para realizarlo. Porque si no lo realizamos nos quedaremos en el plano del solo entendimiento, y no se trata de entender, de comprender, sino de lograr concreciones. Concretar la paz, la fraternidad, el amor. Hacerlos realidad, que es lo verdaderamente importante.
Para comenzar, prestemos atención a quienes nos rodean en forma más inmediata. Porque no se trata de conquistar a la Humanidad en grandes gestas, con magníficos hechos de heroísmo,  sino de realizar la esencia de lo humano muy modestamente, es decir, en una parcela, por pequeña que sea. Comencemos, entonces, por saludar y ser ambles con quienes nos encontremos en el camino, en el ascensor, en la escalera, en el supermercado, en la puerta de la escuela, o cuando entremos al autobús, etc.etc.. Ese puede ser el primer paso…Hay que comenzar por lo más pequeño…