sábado, 3 de mayo de 2014

DESDDE LA PAZ INTERIOR. Dàmaris de Bocaranda





DESDE LA PAZ INTERIOR

      Dàmaris de Bocaranda

Poco o nada tiene de original afirmar que el Mundo es, cada vez màs, un nudo habitado por avispas de las màs despiadadas y feroces, que no se dan tregua las unas a las otras, impulsadas por el deseo de dominar, de apoderarse de todo, de monopolizarlo todo, de tal manera que la paz de las naciones en sì e igualmente la paz internacional se encuentran extremadamente lejos de su realización, debido a motivaciones  políticas, económicas, sociales y hasta religiosas. Pràcticamente no existe punto sano en el Globo, donde campea, por el contrario, en forma creciente, el espíritu de la guerra. Nunca, pues, como ahora, se hace necesario lograr y consolidar la paz.

Es cierto que no han faltado esfuerzos numerosos y significativos para conseguir la paz: libros, conferencias, congresos nacionales e internacionales, promesas, pactos, acuerdos, etc.etc. pero al fin y al cabo todo sigue de mal en peor.

A nuestro modo de ver, la causa primordial de estos desaciertos obedece a que se ha marchado en forma inversa: en  lugar de comenzar por la paz interior, del corazón, del alma, se busca una paz externa que, evidentemente, carece de fundamento porque quienes promueven o protagonizan los acercamientos, no llevan dentro de ellos el amor a la paz.

¿Còmo puede hablar de paz e impulsarla aquèl que, en medio de discursos pomposos, es impulsado por secretos motivos económicos que pretenden condicionar aquella “paz” ficticia a sus propios intereses?

¿Còmo pueden hablar de paz si cada uno de los participantes tiene su propio concepto de “paz”, determinado por sus fines políticos, aunque en ese momento los oculte?

¿Còmo pueden lograr la paz los violentos, los egoístas, los usureros, los que han vivido y disfrutado de la vida y del bienestar a costa de los demás?

Sòlo cuando promuevan la paz personas interna y sinceramente pacìficas –es decir, no minadas por el egoísmo, la envidia, el odio, la mentira, la falsedad, la hipocresía- comenzarà un atisbo de la paz verdadera, que sòlo puede ser aquèlla que, con P mayúscula, promueve y defiende y busca realizar un ser humano pleno, cabal, amante de la Verdad y de la  Justicia, regido, no por el solo intelecto, sino sobre todo por el corazòn.





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