VEN, MUJER
Ven,
mujer,
esposa
infinitamente amada.
Ven.
Alcemos
nuestras copas de luz y de alegría.
Que
las alcen también nuestros hijos y nietos.
Que
las copas besen en el aire sus cristales,
en el
aire azul del mediodía,
cuando
los jardines y los bosques brindan más
de sí.
Que
arranquen hermosas chispas de alegría
y
como gotas de estrellas de numerosos colores,
lluevan
sobre esta hora feliz que nos embriaga.
Que
rebosen flores y cantos.
Porque
nos sentimos vibrantes de gozo
en
esta hora y en este día que sintetizan nuestras vidas,
juntos,
juntos
como las granos del trigo que mece el
viento en la pradera,
como
las aves que viven y cantan el mismo canto y con el mismo acento,
como
esta hermosa familia
unida en el amor, la comprensión y la paz.
Vengan
ya.
Alcemos
nuestras copas
a
Dios.
Que
perforen las nubes
y
lleguen al empíreo
y
hasta Él,
colmadas
de
amor y gratitud.
Porque
vibramos de gozo
en
esta hora y en este día que sintetizan nuestras vidas,
juntos,
juntos como manos que comulgan ungidas la oración.
Recibe este brindis como un canto humilde
pero profundamente cierto y sincero. La gratitud que te expreso aquí, me viene
desde lo más profundo del corazón, y Dios es testigo de ella y del amor que me
une a tí.
(De, Brindis de Luz por la Mujer Amada)
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