DIOS NOS JUZGARÀ
Dàmaris de Bocaranda
Toda persona consciente se
preocupa debido a las circunstancias que
està atravesando el Mundo de hoy, cuya similitud nos remite a tiempos de San Pablo.
Por esta razón considero conveniente citar una de sus Epìstolas a los Romanos,
donde se refiere a “La Amenaza del
Juicio de Dios”. Es un pasaje que refleja la realidad de aquellos tiempos, pero
que pareciera referirse a los actuales,
de tal manera que da la impresión de que la Humanidad permanece atada a los
mismos vicios y de que las religiones no han ejercido mayor influencia sobre
los seres humanos, a pesar del tiempo transcurrido, todo lo cual nos indica que es
necesario para la Humanidad, iniciar un
proceso de rectificaciòn.
El texto dice asì, y lo dejo como
motivo de reflexión:
“Desde el cielo nos amenaza la indignación de
Dios por todas las maldades e injusticias de aquèllos que sofocan la verdad con
el mal. Todo lo que se puede conocer de Dios lo tienen ante sus ojos, pues Dios
se lo manifestó. Lo que es y que no podemos ver ha pasado a ser visible gracias
a la creación del universo, y por sus obras captamos algo de su eternidad, de
su poder y de su divinidad. De modo que
no tienen disculpa. A pesar de que conocían a Dios, no le rindieron
honores ni le
dieron gracias como
corresponde. Al contrario, se perdieron en sus razonamientos y su conciencia cegada se
convirtió en tinieblas. Creyéndose sabios, se volvieron necios. Incluso
reemplazaron al Dios de la Gloria, al Dios inmortal, con imágenes de todo lo
pasajero: imágenes de hombres, de aves, de animales y reptiles. Por eso Dios
los abandonó a sus pasiones secretas. Se entregaron a la impureza y deshonraron
sus propios cuerpos.
Cambiaron la verdad de Dios por
la mentira. Adoraron y sirvieron a seres creados en lugar del Creador, que es
bendecido por todos los siglos: ¡Amén! Por esto Dios dejó que fueran presa de pasiones vergonzosas: ahora
sus mujeres cambian las relaciones sexuales normales por relaciones contra la
naturaleza. Los hombres, asimismo, dejan la relación natural con la mujer y se
apasionan los unos por los otros; practican torpezas varones con varones, y así
reciben en su
propia persona el
castigo merecido por su
aberración. Ya que juzgaron inútil conocer a Dios, Dios a su vez los abandonó a
los errores de su propio juicio, de tal modo que hacen absolutamente todo lo
que es malo. En ellos no se ve más que injusticia, perversidad, codicia y
maldad. Rebosan de envidia, crímenes, peleas,
engaños, mala fe,
chismes y calumnias.
Desafían a Dios,
son altaneros, orgullosos,
farsantes, hábiles para lo malo y no obedecen a sus padres. Son insensatos,
desleales, sin amor, despiadados. Quienes obran de esa forma, conocen las sentencias de Dios y saben que son
dignos de muerte”.
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