LA SOBERBIA Y LA HUMILDAD
Dámaris de Bocaranda
Un breve y sencillo mensaje que deseo compartir con
todos ustedes, mis amigos:
Un vicio que
oscurece el alma de la Humanidad, es la soberbia, producto del egoísmo y generador
de la vanidad, del orgullo, del fanatismo y de la arrogancia.
La persona soberbia se cree
superior y se reputa a sí misma como la
más inteligente, sabia y capaz, y en la misma medida en que se enaltece,
pretende disminuir al resto de los seres humanos, considerándose, además,
infalible en sus opiniones.
Como es de suponer, con estas
pretensiones y actitudes, el soberbio va sembrando por el camino de la vida,
sumo malestar e incomodidad entre las demás personas, lo que significa, desde
un principio, que el primer perjudicado por este vicio es el propio soberbio.
Con razón, el Eclesiastés dice
que la soberbia es el origen de todo
pecado; que quien la tiene, rebosa de abominaciones y que la soberbia se
encargará de causarle ruinas.
Debemos, pues, estar conscientes de
que el verdadero camino de los seres humanos hacia la perfección
espiritual, es el camino de la humildad y de la sencillez, siguiendo el ejemplo
del ser más grande y en la misma medida, el más humilde de todos, y de lo cual
nos dio ejemplo: el Maestro Jesús.
Existe el dicho de que “el soberbio
se alaba”. Por lo tanto, el deber ser está en no alabarnos jamás, dejando que
tal vez lo hagan otros. Como reza el Eclesiástico: que te alabe otro, no tu
boca; que te alabe un extraño, no tus labios.
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